A veces te sueño. Estás sentada con la espalda contra una pared de madera, las manos unidas, los pulgares jugando un poco giran, y la cabeza entre las rodillas. Estás atenta a las palabras más firmes que alguna vez escuchaste, firmes porque están hechas de amor puro y sincero. Tantas cosas pasan por tu cabeza, entre dudosa y decidida soñás despierta. Soñás caras de amor y de odio, risas y gritos. No estás sola en ese lugar pero solo te veo a vos, quizás porque sos la mujer con el nombre que resuena más seguido en mis oídos o quizás -lo que a mí más me gusta creer- porque en ese momento vos soñabas conmigo.
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