Las sombras invadieron de forma casi imperceptible tu mente y arrebataron de mis manos tu cuerpo. Mas la luz tomó tu alma antes que se pierda en el vacío y la guardó como un tesoro. Tomé mi caballo y a los mejores soldados e invadimos a la obscuridad, pero las sombras fueron más fuertes y uno a uno mis soldados cayeron. Quedé solo con la Fe luchando en este desierto frío tratando de iluminar tu mente y hacer revivir a tu cuerpo para volver a reunirlos con tu alma.
Los Soldados de la Luz nunca se rinden.

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